6 de noviembre de 2014

La huella ecológica de los edificios

La mayor parte de nuestras vidas la pasamos dentro de algún edificio, ya sea en nuestra vivienda, en nuestro lugar de trabajo o durante nuestro tiempo de ocio (restaurantes, hoteles, espectáculos).

Un edificio es un elemento característico de una sociedad y de una época determinadas, que se diseña y se construye para una determinada función. Igual que las sociedades, también los edificios evolucionan, pudiendo llegar un momento en el que el edificio ya no cumple la función para la que fue previsto, ya sea residencial, industrial o de servicios.

El ciclo de vida de un edificio comienza con su diseño y construcción, sigue con su etapa de uso (de media 50-60 años en edificios de viviendas) y termina con su demolición.

Los principales impactos de un edificio sobre el medio ambiente -además de ocupar un espacio físico y artificializar el paisaje natural- son el consumo de recursos, el consumo de energía, el consumo de agua, y la generación de residuos sólidos, efluentes líquidos y contaminantes gaseosos (combustibles para calefacción).

En cuanto al consumo de materiales para la construcción, para edificios residenciales convencionales se calcula un consumo medio de 2.790 kg/m2 de vivienda, equivalente a 9.070 MJ/m2 de energía embebida, para un edificio de diseño convencional. En los últimos años se ha avanzado mucho en este sentido y con una buena selección de materiales en el diseño del edificio se puede llegar a un 40% de ahorro de recursos y a un 50% de ahorro de energía.

El consumo de energía de un edificio a lo largo de su vida útil se reparte aproximadamente en un 30% durante la construcción (extracción, elaboración y transporte a obra del material de construcción), en un 60% durante la vida útil y en un 10% durante su derribo. Por lo tanto la reducción del consumo de energía en un edificio es cuestión del arquitecto autor del diseño, de la empresa que lo construye según el proyecto y de la empresa que lo derriba muchos años después, pero sobre todo es cuestión de los hábitos de uso de los ocupantes.

La generación de residuos de construcción y demolición (RCD) es de 120 kg/m2 en el caso de una obra nueva, de 340 kg/m2 en el caso de una rehabilitación integral y de 1.130 kg/m2 en el caso de una demolición. En España la tasa de reciclaje de RCD es del orden del 10%, mientras que en otros países como Holanda se llega al 80% de recuperación de RCD.

Estos datos ratifican la relevancia de la renovación integral de nuestros edificios, no solo para preservar la personalidad urbana de nuestras ciudades, sino también buscando la reducción de su consumo de energía. La rehabilitación integral de un edificio permite darle una nueva vida sin incurrir en los impactos de un derribo y una nueva edificación.

La construcción (plazo de 1-2 años) y la demolición (plazo de meses) son actuaciones realizadas por empresas especializadas, pero el buen uso de los edificios a lo largo de toda su vida útil (varias décadas o varias generaciones) es tarea de sus ocupantes.

Reducir el consumo de energía, de agua, de combustibles para calefacción a lo largo de la vida útil de un edificio supone, además de un menor gasto energético y económico, generar menos residuos y menos emisiones de GEI.

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