15 de mayo de 2015

El desperdicio de alimentos

Uno de los mayores reflejos de la desigualdad en los países ricos queda plasmado en la cantidad de gente que pasa necesidades y en la cantidad de alimentos que se desperdician, ya que se estima que entre el 30 y el 50% de los alimentos que se procesan acaban siendo desperdiciados. Los desperdicios de alimentos son un síntoma de un problema mucho mayor cuya resolución implica un replanteamiento total del actual sistema de producción, distribución y consumo de alimentos.

La cadena de distribución de alimentos -frescos o procesados- desde el productor hasta el consumidor resulta ineficiente y en la UE se calcula que se tiran 89 millones de toneladas al año de alimentos aptos para su consumo (una media 179 kg por habitante y año o de medio kg por habitante y día). Si no se pone remedio, en 2020 estas cifras podrían subir hasta los 126 millones de toneladas al año.

Analizando la cadena alimentaria, el 39% del desperdicio tiene lugar en los productores y en las industrias alimentarias (exceso de producción, productos en mal estado o defectuosos), el 5% en la distribución (transporte y cadena de frío), el 14% en restauración y el 42% en los hogares de los consumidores particulares (compras de productos envasados en envases no adecuados a su necesidad, etiquetado confuso en cuanto a fechas).

Los supermercados y las cadenas de distribución rechazan más del 20% de las frutas y verduras tan solo por su estética. Además están en vigor unas reglas muy estrictas sobre el etiquetado de alimentos que hacen que alimentos perfectamente comestibles se echen a la basura sin motivo en cualquier eslabón de la cadena de distribución.

Dado que el 42% de este desperdicio tiene lugar en los hogares, los ciudadanos podemos aprender desde pequeños cómo cultivar y producir nuestros propios alimentos (huertos urbanos) y aprender unas nociones básicas sobre cocina (la cocina de nuestras abuelas), para no tener tantos restos de comida. Así, con sobras de frutas se pueden hacer batidos o mermeladas, con sobras de verduras purés, con sobras de carne croquetas y con las espinas de pescado caldos o salsas.


Para evitar que se tire a la basura comida que puede ser aprovechada por otros, algunas cadenas de venta de bocadillos o sándwiches ponen a la venta a última hora los productos no vendidos a un precio fijo, o bien los retiran para su donación a organizaciones de ayuda social. 

Los distintos bancos de alimentos que funcionan en España gestionan 90.000 t/a de alimentos sobrantes para repartirlos entre gente necesitada. Están atendidos por voluntarios y presentan limitaciones de infraestructura (camiones, cámaras frigoríficas).

En los 85.000 restaurantes existentes en España se desperdician 63.000 t/a de alimentos (más de 2 kg al día de media). De este desperdicio el 60% se debe a una mala previsión en las compras, un 30% se desperdicia durante la preparación de las comidas y tan solo el 10% son sobras en el plato de los comensales.

En el Reino Unido hay 900.000 personas que usan regularmente los bancos de alimentos, mientras que la distribución y venta minorista de alimentos genera 4,3 millones de toneladas de restos de alimentos cada año. Una idea original puesta en práctica en el Reino Unido es el auténtico proyecto de la comida inútil, un concepto de restaurante que cocina a base de alimentos sobrantes y que presta un servicio de asesoría en alimentación. 

El primer local de este proyecto fue abierto en Leeds, y en él se reciben a diario todo tipo de alimentos, ya sean perecederos o no, que sobran en granjas, supermercados y restaurantes locales. Con la materia prima a coste cero son los clientes quienes deciden cuánto quieren pagar según su satisfacción con la experiencia (pay as you feel, con una media de 5€). Cada semana el pequeño local acoge a entre 100 y 150 comensales.

La idea original fue de Adam Smith, un chef de Yorkshire preocupado con el problema creciente de los restos de alimentos. Tras pasar un año trabajando en granjas en Australia, al regresar a Leeds contactó con dos estudiantes que durante años habían conocido los desperdicios de comida que de generan en supermercados. La pasión, energía y dedicación hizo que en Diciembre de 2013 los tres amigos abrieran su primer café PAYF (pay as you feel) en Armley, Leeds. En poco tiempo la chispa ha prendido y se ha creado una red nacional de cafés similares (hasta 40) que sirven comida 100% elaborada a partir de alimentos sobrantes en base a PAYF. En 2014 la red evitó tirar a la basura más de 50 toneladas de restos de comida y dio de comer a miles de personas. Este pequeño ejemplo supone un esfuerzo colaborativo para llegar a un cambio sustancial en nuestro actual sistema de producción, distribución y -sobre todo- consumo de alimentos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario