6 de abril de 2015

Tiempos de cambio (I): crisis de modelo de sociedad

El planeta lleva un tiempo conviviendo con la amenaza del cambio climático, debido a la actuación humana durante los dos últimos siglos de economía industrializada. La economía del siglo XX se ha basado en la creencia de que los servicios ambientales que nos presta la naturaleza eran gratuitos e inagotables. Ante el hecho del cambio climático y sus efectos se puede ser escéptico, se puede ser neutro o se puede ser un activista convencido.

Y no se trata solamente del cambio climático. Como consecuencia del desarrollo industrial del último siglo nuestros suelos, aguas y aires están contaminados y exhaustos. Resulta chocante en que las tres últimas décadas hayamos tenido un desarrollo científico y tecnológico difícil de imaginar y a la vez hayamos sido capaces de crear una destrucción ambiental tan grande.

Existen teorías ambientalistas, basadas en informaciones científicas, tanto a favor como en contra de que se acaban los alimentos, de que se agotan los recursos no renovables (materias primas), sobre que el crecimiento económico provoca un aumento vertiginoso de la contaminación, sobre el agujero de la capa de ozono o sobre el calentamiento del globo terráqueo y sus efectos en la extinción de las especies y en la deforestación tropical.

En 2006 se hizo público el informe Stern sobre la economía del cambio climático, encargado por el gobierno británico al economista Nicholas Stern. Este trabajo recoge diversas evidencias que indican la urgencia de una actuación contra el cambio climático, tanto desde una perspectiva económica como social. En él se detallan los daños potenciales causados por el calentamiento global sobre la alimentación, sobre el agua y sobre los ecosistemas, y se evalúa la posibilidad de sucesos climáticos extremos y de impactos irreversibles. Las principales conclusiones del informe son:

- Los impactos del cambio climático podrían ser muy graves. Es una amenaza global que requiere una respuesta global urgente. Aún hay tiempo pero hay que actuar ya (2007)
- Actuar va a ser costoso, pero no actuar sería aún más costoso: “Si no se actúa los riesgos y costes globales del cambio climático serán equivalentes a perder al menos el 5% del PIB global cada año, ahora y para siempre. Y si se considera un rango más amplio de riesgos e impactos las estimaciones de daños podrían superar el 20% del PIB”
- Hay que conseguir una respuesta internacional y actuar en todos los países
- Para reducir las emisiones de GEI hay que actuar sobre la demanda, mejorar la eficiencia energética y mejorar tecnologías en energía eléctrica y térmica y en transporte 

Lo que no tiene duda es que a raíz del informe Stern en todo el mundo, y aún más en la Unión Europea se ha legislado con profusión en busca de una sociedad y una economía baja en carbono.

Las implicaciones de todo este paquete legislativo (la estrategia Europa 2020 y diversas comunicaciones / hojas de ruta posteriores) suponen un gran reto para las empresas y para los ciudadanos. Es una transición en toda regla, en la que la posibilidad de poder legar a nuestros hijos un planeta en mejores condiciones de las que lo hemos heredado nosotros debiera ser el objetivo que guíe nuestras actuaciones como ciudadanos. 

Pero además de estas amenazas de nivel planetario en las sociedades occidentales, en el primer mundo, llevamos muchos años sumidos en diversas crisis: crisis económica, crisis ambiental, crisis social, crisis energética, crisis de valores, crisis de confianza, en suma, una crisis de modelo de sociedad.

A lo largo de la Historia se ha visto que hay dos formas de introducir cambios en las sociedades. La primera forma es coincidiendo con una gran crisis (una guerra, una epidemia o una amenaza climática). Y la segunda forma, mucho más laboriosa, pero más gratificante es creando una nueva visión compartida.

Las formas de hacer las cosas que hemos estado viviendo durante décadas no son para siempre. No hay modelos eternos, en los últimos años hemos experimentado algunos cambios significativos y los movimientos críticos que están surgiendo nos hacen estar en la antesala de nuevos modelos en diversas áreas.

Las empresas y las naciones - Estado son conceptos surgidos durante la era industrial. Durante el siglo XX empresas y administraciones han empezado a asumir funciones y actividades que antes ejercían los ciudadanos, trabajando conjuntamente en comunidades locales. Pero en los últimos años se aprecia cada vez más que empresas y administraciones están dejando de ser capaces de garantizar algunas de las necesidades básicas de los ciudadanos, por lo que el papel de los sectores privado y público en la vida de las personas va a ser cada vez más limitado.

Ante este escenario tan cambiante los ciudadanos podemos responder de forma pasiva o de forma activa. Podemos esperar a que alguien (la administración, las grandes empresas) decida por nosotros los ciudadanos o bien podemos informarnos, reflexionar y actuar para que algunas cosas se hagan de otra manera, y movernos guiados por una opinión pública informada y consciente de su poder como votante y como consumidor.

Los ciudadanos no podemos permitir que se nos siga imponiendo como la única posibilidad viable un modelo económico y social que ha demostrado sobradamente ser altamente destructivo. Durante años se ha centrado la atención en el sector público y en el sector privado. Pero ante la evidencia de que ni uno ni otro son ya capaces de garantizar a los ciudadanos un trabajo, cobra todo el sentido el auge de un tercer sector, el de la economía social, basado en el voluntariado y en los servicios a la comunidad. No hacer nada ya no es una opción.

Se intuyen cambios en el actual sistema capitalista, donde la economía para el crecimiento, la especulación y la desigualdad dará paso a nuevos modelos económicos que tengan en mente la satisfacción de las necesidades de los ciudadanos. Según el economista francés Thierry Jeantet, la economía social se entiende mejor en cuanto a resultados que contrastan con lo que la economía tradicional no sabe o no desea medir. 

También habrá cambios en el sistema educativo (enseñando a los alumnos a pensar y a tomar decisiones en vez de a memorizar), en el mercado laboral, en la forma de trabajar y relacionarnos, en la gestión empresarial, en la gobernanza y en los servicios públicos y en la forma de gestionar los servicios urbanos. 

Además surgirán (de hecho están surgiendo ya) y se consolidarán nuevas organizaciones en forma de cooperativas o de entidades de interés comunitario como alternativa a los grandes grupos empresariales en sectores actualmente tan desacreditados como las finanzas, la energía o la construcción.

Durante siglos no ha habido grandes cambios en la evolución de la conciencia humana. Ahora va a haber cambios sustanciales cada pocas décadas. Y también va a ser necesario desaprender, olvidar dogmas de éxito en el pasado, en contextos que ya no existen. Lo que está claro es que la sociedad que emerja tras esta crisis de modelo va a ser muy distinta de la anterior.

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