23 de febrero de 2015

Reducir los residuos generados en las oficinas

Desde hace décadas los ciudadanos que trabajamos fuera de casa repartimos nuestro tiempo más o menos a partes iguales entre el trabajo, el descanso y el ocio. Y casi todas ellas las hacemos dentro de un edificio. En el mundo urbano la mayor parte de las actividades laborales tienen lugar en oficinas, en las que desde hace unos años lo más habitual es trabajar ante un ordenador. 


Cualquier actividad humana genera residuos y el trabajo en una oficina no es una excepción. Los residuos que se generan en las oficinas son básicamente papel y consumibles informáticos (cotidianos), así como restos de equipos informáticos (ocasionales), además otros residuos (derivados del uso del edificio como luminarias fundidas) y restos de alimentos (del café y de la comida). Más en concreto, se generan restos de papel (y su variante de papel triturado para documentos confidenciales), restos de material de papelería (bolígrafos, material de oficina), restos de consumibles de informática (cartuchos, toners, CDs, diskettes) y restos de comida (orgánicos, café, té, platos y vasos desechables).

En cuanto a categorías se pueden clasificar en residuos asimilables a domésticos, objeto de  recogida selectiva para su tratamiento externo y en residuos especiales (RAEE, de informática, pilas, luminarias), objeto de recogida selectiva en contenedores y de entrega a un gestor autorizado.

En cualquier oficina se puede abordar un plan interno de reducción de la generación de residuos que sirva además para mejorar la conciencia de equipo de trabajo. Este plan podría comenzar con la designación de un grupo de prevención de residuos, encargado de generar ideas (brainstorming), de aumentar la concienciación y de motivar a los compañeros de trabajo.

Lo siguiente podría ser una auditoría sobre residuos, analizando a diario durante una semana las papeleras de cada puesto de trabajo para saber qué cosas se tiran en cada una de ellas. Esta auditoría interna permitirá identificar qué corrientes de residuos se pueden reciclar (normalmente papel y material de papelería). Y para cerrar el círculo y aumentar la demanda de productos reciclados convendría empezar a usar papel reciclado.

En cuanto a los equipos informáticos conviene configurar todas las impresoras y fotocopiadoras para imprimir a doble cara (menos gasto en papel) y con calidad borrador (menos gasto en toner). Además, junto a las fotocopiadoras e impresoras se pueden colocar papeleras de recogida separada de papel, a modo de recordatorio. También es importante adquirir la costumbre de no imprimir por sistema todos los mensajes que se reciben por correo electrónico. Y respecto a consumibles informáticos, conviene usar cartuchos de tinta rellenables y pilas recargables.

Otras ideas pueden ser organizar una brigada (por ejemplo de personal administrativo) encargada de recoger de los puestos de trabajo todo el material de papelería no reciclable (bolígrafos y similares) que esté fuera de uso. Y también se puede decretar una “aministía" sobre el material de papelería, en la que cada empleado pueda devolver sin ser preguntado todo el material de papelería sin usar que celosamente guarda en sus armarios.

Las habituales prácticas oficinistas de tomar el café de media mañana y de comer comida traída de casa también implican generar más residuos en la oficina. Las máquinas de autoservicio, que se reponen externamente, resultan cómodas pero suponen una importante fuente de residuos (vasitos y cucharillas de plástico de usar y tirar, sobres de azúcar).  En este sentido conviene pensar en volver a la máquina cafetera tradicional y al bote de café y de azúcar y a las tazas de loza, así como en contar con vasos, tazas, cubiertos y servilletas para cada empleado, que incluso se pueden personalizar con su nombre y guardar en un sitio fijo.

También es importante concienciar a los empleados para que traigan a la oficina comida casera en recipientes, fiambreras  o tarteras reutilizables, en vez de comida envasada de supermercado. Y no solo por la reducción de residuos, sino también por mejora de la salud nutricional. Además conviene tener en el espacio para la comida cubiertos no desechables. En el armario del espacio para comer también se pueden guardar bolsas desechables para reutilizarlas colectivamente, de forma que cada empleado no tenga que traerse su bolsa desde casa.

Los embalajes de los envíos que se reciben en una oficina (proveedores, mensajería) suponen una importante corriente de residuos. Para reducirla se puede solicitar a los proveedores / mensajeros que se lleven los embalajes tras la entrega del material.

En el caso de que el edificio de la oficina lo posibilite se podría pensar en habilitar un pequeño huerto urbano donde compostar y utilizar como fertilizante los restos de frutas, los posos de café, etc.

Los muebles viejos (mesas, sillas, armarios), los teléfonos móviles en desuso y los cartuchos de impresora no rellenables se pueden entregar a organizaciones benéficas especializadas.

Para terminar y para poder aumentar la conciencia de equipo, una vez llevado a cabo con éxito el plan de reducción de residuos se puede dar a conocer en las redes sociales. 

En resumen, unos pocos gestos de sentido común pueden permitir un importante ahorro económico, más espacio en los armarios y en los puestos de trabajo, más satisfacción para los empleados y una mejora de la imagen de la empresa.

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