9 de septiembre de 2014

Pobreza energética

Es bien sabido que el Reino Unido cuenta con el parque de viviendas más envejecido de toda Europa, con una media de edad superior a los 50 años. También es bien sabido que "las islas" tienen una climatología bastante más adversa que la del sur de Europa. Y también es bien sabido que los británicos han sido siempre punteros en I+D.

Así que no es de extrañar que haya sido el Reino Unido donde surgió el concepto de pobreza energética (fuel poverty), introducido en 1991 por la investigadora Brenda Boardman, de la Universidad de Oxford, asociado inicialmente a la calefacción de las viviendas.

Boardman consideró que los ocupantes de una vivienda están en situación de pobreza energética cuando son incapaces de costearse unos servicios energéticos mínimos para satisfacer sus necesidades básicas, como mantener la vivienda en unas condiciones de climatización adecuadas para la salud humana (entre 18 y 20 ºC en invierno, 25 ºC en verano).

En el Reino Unido se ha estimado que se llega a esta situación si la energía supera el 10% de la renta familiar y que entre el 20 y el 25% de los hogares se hallan en situación de pobreza energética.

En España los gastos en energía en los hogares oscilan entre el 2 y el 5% de los ingresos familiares, habiendo sufrido un fuerte incremento en los últimos años. En toda Europa los combustibles empleados para calefacción (gasoil, gas natural) se han encarecido notablemente en pocos años y la pobreza energética se ha incrementado. Se estima que en España el número de personas en pobreza energética ha pasado de 2,7 millones en 2008 a 4,2 millones en 2012 y previsiblemente este problema social irá a más en los próximos años. Esto supone el 9,1% de la población. En comparación, en los países más fríos del centro de Europa estas cifras son el 4,7% en Alemania, 6% en Francia y 8,1% en el Reino Unido. Y en los países del sur de Europa, el 21,2% en Italia, 26,2% en Grecia y 27% en Portugal.

Es evidente que vivir en situación de pobreza energética, de privación y de dificultades, supone efectos nocivos para la salud (física y mental), que las tasas de mortalidad en invierno son superiores a las del verano y que indudablemente aumenta el gasto sanitario y el bono social. Y también afecta negativamente al medio ambiente y a la economía de los países.

Y sin llegar a extremos de indigencia, el alto precio de los productos energéticos está causando que en muchos hogares de clase media –con las viviendas devorando energía– se pase frío.

En la cuestión de la pobreza energética intervienen básicamente tres factores: la renta familiar, los precios de la energía y las prestaciones energéticas de la vivienda. Para paliar la renta familiar el estado de derecho cuenta con fondos para transferencia de rentas. Para los precios de la energía se cuenta con tarifas sociales. Más de la mitad de los países de la UE cuentan con tarifas sociales para los colectivos más desfavorecidos. Pero todas estas ayudas públicas –que además no pueden ser permanentes– caen en saco roto si las viviendas son un coladero energético, con fugas de calor por todas partes.

La forma más eficaz de combatir la pobreza energética es poner en práctica medidas de eficiencia energética a gran escala, incluyendo las renovaciones de viviendas de personas con bajos ingresos, para reducir la demanda energética y evitar las importaciones de combustibles fósiles.

Desde el punto de vista social la pobreza energética está muy vinculada al desempleo. Diversos estudios han analizado el potencial de creación de empleo de un programa bien diseñado de mejora (rehabilitación integral) de las prestaciones energéticas de los edificios residenciales.

Así que la mejora de las prestaciones energéticas de decenas de millones de viviendas en Europa es un reto pendiente de resolución, que implica redirigir fondos públicos hacia otra dirección. Siendo las cosas tan evidentes, ¿por qué será tan difícil que se articulen políticas certeras para la rehabilitación de viviendas –priorizando las más pobres y menos eficientes– enfocadas a mejorar la calidad de vida de sus ocupantes y a reducir la pobreza energética?

No hay comentarios:

Publicar un comentario